Me levanto de la cama embutiéndome en mi acolchada y arropadora bata rosa , y enciendo las luces del pasillo. Voy al baño, me visto y me miro al espejo. Aparto los ojos.
Desayuno, hago la cama, recojo la casa. Me lavo los dientes y miro al espejo. Me concentro en el cepillo, en sus vueltas incesantes e hipnotizadoras, y enjuago mi boca. Seco mis labios y miro de nuevo al espejo...
Y el espejo me mira a mí.
Permanecemos así durante un tiempo, sin pestañear,sin apartarnos. Una mirada áspera, cargada y para nada vacía. Agacho mi cara, la salpico de agua y vuelvo a mirarme.
Nada ha cambiado. Sigo con los mismos ojos marrones llenos de sentimientos. Me adentro en mis ojos, veo oscuridad, tristeza, llanto y personas. Muchas personas. Me veo a mí junto a ellas. Las personas me miran , ríen , cuchichean. Una de ellas me acerca un espejo y mis profundos ojos color castaño me invaden, atrayéndome otra vez. Veo arrugas, veo ojeras, Veo cansancio. Dolor.
Las personas a mi alrededor me miran. Ya no cuchichean , ya no ríen, ni siquiera hablan. Noto como ellas también envejecen, comienzan a eencorvarse, arrugrase y pierden fuerzas. Ahora soy yo la que las miro a ellas. Sus ojos apagan su llama mientras que los míos avivan su chispa. Un estruendo me saca del trance y un repentino dolor de cabeza aflora mi mente.
El cristal enfrente mío está roto, y en cada fragmento aparecen mis ojos. Sonrío por primera vez en años al espejo. Tiro las lentillas de colores, las pastillas, los incómodos corsés y aquellos libros que compré una vez de dietética.
Quizás no sea demasiado tarde para volver a desayurname la vida como es debido.
LE MIROIR
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